domingo, 12 de diciembre de 2010

Los Barras y su estrecha relación con la polìtica.

Julio Carlos Capella es el "Madonna" Quiroz del parque Indoamericano. Uno y otro se hicieron famosos empuñando sus armas de fuego a la vista de todos. Ambos comparten un mismo origen: una cancha de fútbol. Capella integra la segunda línea de la barra brava de Huracán, una de cuyas zonas de influencia es Villa Soldati; cuando irrumpió a los tiros en San Vicente, durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón, en octubre de 2006, Quiroz formaba parte de la hinchada de Independiente y revistaba como chofer de Pablo Moyano, hijo de Hugo.

Entre los incidentes que encumbraron a Quiroz y el conflicto de Villa Soldati, pasaron cuatro años. En ese tiempo, la política aceitó sus lazos con los núcleos violentos de las hinchadas y llevó la relación a extremos impensados cuando el gobierno kirchnerista fomentó la creación de la organización Hinchadas Argentinas Unidas para que los barras argentinos pudieran ver el Mundial en primera persona. Capella fue uno de esos privilegiados.

El peor año
"Es indiscutible que durante 2010 todo se desmadró", reflexiona Juan Manuel Lugones, abogado de la ONG Favifa, que agrupa a los familiares de las víctimas de la violencia en el fútbol argentino. "Los barras crecen con un cobijo político-sindical. Se venden al mejor postor", concluye Lugones.

Una rápida cronología de los conflictos sociales de 2010 ubica a los barrabravas como protagonistas excluyentes. Como mano de obra contratada, estuvieron en la primera línea de fuego y fueron acusados en el asesinato de Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero que murió luego de un enfrentamiento sindical en octubre. En junio, Ariel Pugliese ("Gusano") y Javier Miranda, ambos barrabravas de Nueva Chicago y empleados del Indec, irrumpieron en la Feria del Libro y provocaron un escándalo durante la presentación del libro Indek, historia íntima de una estafa , del periodista Gustavo Noriega.

Al igual que Pugliese y Miranda, Capella trabaja para el Estado. En su edición de ayer, La Nacion informó que se desempeña en el área administrativa del sanatorio Julio Méndez como empleado de la Obra Social de la Ciudad de Buenos Aires (Obsba) y que su legajo es el 707879, con fecha de ingreso en abril de 2006, durante la gestión de Jorge Telerman como jefe de gobierno porteño. Ayer, en la obra social, evaluaban iniciarle un sumario a Capella por su presencia en los incidentes de Villa Soldati.

Pese a los muertos y a la tensión social, el conflicto en Villa Soldati salvó a Mauricio Macri de una indagatoria. El jefe de gobierno y su ex ministro de Espacio Público Juan Pablo Piccardo debían declarar en el marco de una causa judicial en la que se investiga el rol de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP), cuerpo creado para intervenir en los desalojos. A raíz de los maltratos denunciados durante los operativos, la UCEP fue disuelta, pero integrantes del movimiento social Aukache dijeron que entre los 26 integrantes de la fuerza había un barra de San Lorenzo. La voz cantante de los operativos era Luis Savoiardo ("Tano"), habitual "inquilino" del paravalanchas del Nuevo Gasómetro, la cancha de San Lorenzo.

En el conflicto del parque Indoamericano hubo hinchas de varias camisetas. "Había barras de cuatro o cinco equipos, aunque no los tenemos individualizados", indica Mónica Nizzardo, presidenta de la ONG Salvemos al Fútbol. Y reconoce: "Todo esto se podría haber evitado si la Justicia investigara algunas de las denuncias que hay contra los barras y los políticos. Parece que nadie los ve". Lo curioso es que los Capella, Quiroz y Pugliese salen en cadena nacional. Sus rostros, sus prontuarios y sus actos quedan expuestos. Fuera de micrófono, un poderoso ministro dijo alguna vez: "Si comprás un barra, te comprás un problema". El Estado, al parecer, también tiene su cara masoquista.

Nota publicada en el diario "La Nacion" por el periodista Alejandro Casar Gonzalez el 12/12/2010