miércoles, 20 de mayo de 2009

"LA LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD"

Las vidas de Nora Tárraga, Liliana Suárez, Norma Roldán y Daniel Souto tienen algo en común. A todos les sucedió lo mismo. Lo que debería haber sido sólo una tarde fútbol se transformó en interminables años de angustia y desconsuelo. A todos, la barbarie en el fútbol les arrancó un familiar. Hoy, a pesar de ello, no se dejan vencer por el dolor ni por la impunidad y luchan buscando que las causas no queden en el olvido, archivadas en los juzgados de turno.


Christian Leonel Rousoulis habría tenido otro destino si no hubiera cambiado los pasajes a Grecia que tenía para el 4 de diciembre de 1996. Pero prefirió quedarse a pasar las Fiestas con su familia y luego sí embarcarse al Viejo Continente en busca de "mejor suerte". Tenía 25 años. Dos días antes de Navidad decidió ir, por primera vez, a la cancha, a ver Independiente-River. A la salida hubo corridas y el desmadre generalizado hizo que se desencontrara con su amigo. Quería volver a su casa en Villa Dominico cuando, encerrado por los barras en la avenida Mitre y 12 de Octubre, encontró la muerte. "Quedó tirado al lado del Automóvil Club Argentino (ACA), luego de que le pegaron una trompada de atrás y le dieron dos puñaladas en el tórax", contó su madre, Nora Tárraga, quien ya perdió la cuenta de las veces que transitó por los tribunales de Lomas de Zamora.
El pasado 22 de diciembre, a 12 años del hecho, la causa prescribió. Hubo detenidos, declaraciones y careos. "Edgar Daniel Butassi, alias El Diariero ; Rito Ramón Barrios, que declaró quién mató a mi hijo pero después se desdijo, y Luis Ignacio Pereyra, alias Luisito , actual director técnico en las inferiores de River, bajo el ala de Aguilar, eran los líderes de la barra por entonces, pero sólo fueron condenados por daños reiterados y resistencia a la autoridad [por el juez Miguel Carlos Navascues] y nunca cumplieron la sentencia por la lentitud de la Justicia", expresó Nora. Y agregó: "Pero el homicida y las pruebas de quién mató a Christian es como si se hubieran esfumado para la Justicia. La actual división en Los Borrachos del Tablón me da la esperanza de que alguno hable, pero hay muchos intereses y eso puede empantanar aún más la causa".


Al hijo de Liliana Suárez, Daniel Hernán García, lo asesinaron de una puñalada en la aorta; murió desangrado en apenas 30 minutos y sin asistencia médica. Fue el 11 de julio de 1995, en Paysandú, Uruguay, luego de ver el partido en que la Argentina goleó a Chile 4-0 por la Copa América. Para viajar, su madre le firmó una autorización porque Daniel tenía sólo 19 años. Viajó en una combi con hinchas de Platense y Defensores de Belgrano, que tras el partido fueron agredidos con piedras, palos y armas blancas por barras "amigos de Tigre y Morón". Su peregrinar, a puro llanto, al otro lado del Río de la Plata, fue incesante.
Sin temerle a nada ni a nadie, Liliana comenzó una investigación paralela en la que llegó a grabar al entonces senador justicialista Horacio Román, quien declaró que a Daniel lo asesinó "la patota comandada por Máximo Zurita, alias el Gordo Cadena ; Ramón Toledo, alias el Negro Café , y Carlos Salomón, alias Carli ", señalado como presunto agresor. Todos declararon en la causa, pero "pese a las contradicciones y de los videos donde los testigos los reconocen, nunca quedaron imputados". Actualmente, la causa está archivada: "Sin testigos no prospera porque en el fútbol todo se tapa y el Estado jamás se preocupó", apuntó Liliana. Su abogado, Marcelo Parrilli, dio más detalles: "En lo civil, está en la Cámara en lo Contencioso Administrativo, aguardando sentencia, ya que en primera instancia fue rechazada. Pero en lo penal no hay chances de trasladarla a Buenos Aires, porque el hecho fue en Uruguay y la jurisdicción penal no se puede cambiar".


Matías Orlando Cuesta tenía 18 años y trabajaba como repartidor en una pizzería. Ser fana de Atlanta fue su peor pecado: perdió la vida el 18 de marzo de 2006, cuando los Bohemios visitaban a Flandria. Subió a uno de los dos ómnibus que salieron desde la sede con destino a Jáuregui y el colectivo se rompió en Moreno. Matías, junto con un grupo de hinchas, decidió regresar en el ex ferrocarril Sarmiento. En la estación Caballito se toparon con la hinchada de Talleres, de Córdoba, que al salir de la cancha de Ferro los agredió con todo lo que tenía a mano. Una de las piedras le dio en la cabeza a Matías y, tras seis días de agonía en el hospital Penna, falleció. Su madre, Norma Roldán, junto con su abogado Miguel Angel Arado, buscan identificar a la persona que arrojó el proyectil. Su padre, Orlando, estaba sin trabajo y desde hace un año colabora en el cementerio de la Chacarita, a escasos metros del nicho donde descansa su hijo. "Es su forma de estar cerca y no puede dejarlo", señaló Norma. En lo civil, la causa se desarrolla contra el Estado; la policía, que ese día debió tener presencia en la zona, y contra el club cordobés. En la instancia de mediación no prosperó y ahora debe seguir los lentos pasos de la Justicia. Pero la causa que más importa y más duele, la penal, está prácticamente archivada, porque si bien se requirió el informe a la Subsecretaría de Seguridad en los Espectáculos Futbolísticos (Subsef), los elementos de prueba no permitieron determinar la identidad de los autores materiales.
“A nosotros no nos va a devolver nadie a nuestros hijos, pero por lo menos queremos en nombre de ellos que la Justicia se saque la venda de los ojos y castigue a quien tenga que castigar, sea quien sea. Ninguno de nuestros hijos mereció morir de esta manera. Por eso pedimos justicia para todos.”

A Daniel Souto lo asesinaron el 3/12/85 a la salida de un Racing—Banfield en la Bombonera. Los hinchas de la Academia, iban por la calle Olavarría. En la esquina de Irala, fueron emboscados por La Doce. A Daniel le pegaron un tiro en el tórax y otro en el bazo. “Cuando escuche que habían asesinado a mi hijo me quería dar la cabeza contra la pared. Los dirigentes del Fútbol no hicieron nada. Se lo dije a Grondona en la cara: Al Capone al lado suyo es un poroto. Son mafiosos y jamás la AFA hizo algo por evitar la muerte de mi hijo y de los demás hijos. Yo me acuesto con mi hijo y me levanto con mi hijo. Lo peor que le puede pasar a una persona es que le asesinen a su hijo” La causa recayó en el juez Hipólito Saá, primo hermano del Adolfo. Se declaró incompetente. Después la impulsó el procurador Octavio Gauna y la barra desfiló por Tribunales. Pero no pasó nada. Al tiempo detuvieron a un punguista de apellido López, que quedó libre al año. Y en 1995, la causa prescribió y quedó archivada. E impune.
Mientras unos piensan en el campeonato y el efímero festejo de un gol, estos cuatro ejemplos, que no se doblegan ante una adversidad mayúscula, buscan sólo ahogar sus gargantas con un grito de justicia.