miércoles, 20 de mayo de 2009

"NO EXISTIRIAN BARRABRAVAS SI NO TUVIERAN AMPARO POLITICO"

POR Martín Sabbatella
Intendente de Morón

No existirían barrabravas en el fútbol si no tuvieran amparo del poder político. Esta frase no es una conclusión teórica, es la brutal comprobación a la que arribo luego de haber gobernado el Municipio de Morón, en el conurbano bonaerense, durante diez años. Cuando llegué al cargo de intendente, teníamos muy en claro cuáles eran los primeros pasos que debíamos dar: Crear una estructura anticorrupción para romper las redes delictivas enquistadas en el Estado local.
Y así lo hicimos. Creamos la Oficina Anticorrupción, la Oficina de Libre Acceso a la Información Pública, hicimos públicas la declaración jurada de bienes de todos los funcionarios, impulsamos acuerdos con organizaciones naciones nacionales e internacionales para combatir los hechos delictivos, entre muchas otras medidas. Y así fue como descubrimos lo que antes sospechábamos, una nefasta red de encubrimientos y complicidades entre el poder político y los barrabravas del fútbol.
Los más representativos barrabravas del Club Deportivo Morón eran empleados o ñoquis de la estructura municipal, tenían montados puestos de venta ilegal callejeros e incluso, por ordenanza, se les había entregado una calle pública que fue cerrada al tránsito para convertirla en una peatonal de venta clandestina. Entre las muchas denuncias penales presentadas por mí y mi gobierno contra esa organización, la más insólita es una por amenazas de muerte contra un señor que tras amenazarme dijo ser “el contador de los cuidacoches”. Y efectivamente, es el que ordenaba los dividendos de los barrabravas que se habían repartido las calles de Morón para amedrentar a los automovilistas que estacionaban sus vehículos.
Hoy, hemos limpiado a Morón de esa imagen que nos hizo conocidos como “la capital de la corrupción”. Levantamos la peatonal clandestina, combatimos la venta ilegal y las organizaciones de cuidacoches, fuimos a la justicia cuántas veces fue necesario, no nos amedrentaron ni sus amenazas contra nosotros y nuestras familias ni los frustrados intentos de toma del palacio municipal, con cortes de calles y gomas incendiadas por todo el barrio. Incluso, hemos tenido que enfrentarnos a estructuras sindicales y políticas que peticionaban, públicamente, la reincorporación de delincuentes a los que habíamos sacado de la estructura municipal.
La tarea no fue sencilla. Aún hoy, después de diez años, siguen apareciendo vestigios de estos sectores pretendiendo volver al pasado para retomar sus privilegios.
La convicción política, la firmeza de las acciones y la consolidación del vínculo con la sociedad, son la principal barrera para que ello no ocurra. Es la obligación que tenemos los que creemos en la política como herramienta de transformación social y la razón de ser en nuestra actividad pública.